La lactancia proporciona beneficios tanto a corto como a largo plazo para los niños y las niñas, para la madre.
En los niños y las niñas, la lactancia exclusiva es la fuente de nutrición óptima. Reduce la mortalidad infantil y la incidencia de enfermedades como la diarrea y la neumonía (principales causas de muerte en menores de 5 años). Otras infecciones, incluidas la otitis media, la meningitis por Haemophilus Influenzae y las infecciones de las vías urinarias, son menos comunes y menos graves en los lactantes que son amamantados.
El inicio temprano de la lactancia es particularmente importante para reducir la mortalidad neonatal. Una revisión sistemática concluyó que el inicio de la lactancia durante el primer día de vida redujo 44% el riesgo de muerte por todas las causas.
A largo plazo, la lactancia tiene un efecto protector contra el sobrepeso y la obesidad en etapas posteriores de la vida. También se asocia a un aumento, en promedio, de tres puntos del cociente de inteligencia y a ingresos económicos significativamente más altos en la vida adulta.
En la madre, el amamantar puede reducir el riesgo de padecer cáncer de ovarios y mama, diabetes de tipo 2, hipertensión y algunas enfermedades cardiovasculares.
Cuando el amamantamiento comienza inmediatamente después del parto, reduce el riesgo de padecer una hemorragia postparto.
Estos beneficios justifican el esfuerzo que implica el lema de la Semana Mundial de la Lactancia "Cerrar la brecha: apoyo a la lactancia materna para todos."
